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Los jóvenes vuelven al campo

Los cursos de formación que otros años se anulaban por falta de alumnos tienen lista de espera.
Carolina García Oviedo

La agricultura y la ganadería ofrecen cada vez más una vía de escape a la trampa del paro. Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) indican que el sector primario es el único que se salva del desempleo en Asturias. Aunque es un dato positivo, no coge por sorpresa a los sindicatos agrarios que explican que lo habitual es que cada uno sea su propio jefe y se haga cargo de su explotación. Hasta aquí es normal. Lo positivo en esta época es que ahora el campo da oportunidad de trabajo y eso, en estos tiempos que corren, es mucho.

Tal es así que la región está viviendo el reverso del éxodo a la zona urbana. Por primera vez en mucho tiempo, los cursos de formación para trabajar en el campo tienen sus seguidores. La mayoría son jóvenes que, en vista de la parálisis de otros sectores, optan por continuar, al menos hasta que la situación mejore, con el negocio familiar. La secretaria de Coag, Mercedes Cruzado, explica que para esta convocatoria ya hay lista de espera de jóvenes que están llamando para informarse. “Es una noticia muy positiva porque otras veces no se han podido impartir los cursos por falta de prescripciones”.

Balón de oxígeno De hecho, temían que esta ocasión no se publicara la convocatoria. De todos modos, no es la solución a sus problemas. Según explica Joaquín López, secretario de UCA (Unión de Campesinos asturianos) la mayoría vienen de sectores muy golpeados por la crisis, como la construcción, que se han quedado sin empleo y que tienen la explotación familiar. Lo que no hay, explica, son jóvenes que sin haber probado en otros sectores se decantan, como primera opción por el campo. “El problema es que hay que tener un mínimo de rentabilidad y que guste. Está bien que tenga la explotación, pero el problema del campo es que han cerrado muchas y eso no lo solucionan los cursos”.

De momento, no pueden cuantificar el número de personas a las que impartirán el curso porque son llamadas que se interesan por la nueva convocatoria. Además, la atención no se centraliza en una sola sede con lo que reciben los avisos en distintos centros de Asturias. Cuando se cierre el plazo harán buena cuenta de en qué zonas hay más interesados y, en función de ello, decidirán las sedes para impartir los curso.
Declive La noticia da un respiro a un sector afixiado por la falta de relevo generacional. Desde hace años ganaderos y agricultores alertan de que la falta de ayudas y las escasas subvenciones a los jóvenes están conduciendo el campo a una situación límite. La media, hoy en día de un trabajador del campo asturiano, es el de un hombre de 53 años.

Esta formación va dirigida a ampliar los conocimientos sobre el campo. Cada parcela (carne, leche o agricultura) tiene su plan específico. Y, cuando lo finalizan (tienen dos exámenes) el Principado les concede una subvención para dar sus primeros pasos en el campo. El problema llega después, cuando no todos van a decidir que su medio de vida sea la zona rural. Para eso, explican desde los sindicatos, hace falta otras políticas que permitan que un negocio sea rentable.

Basta echar un ojo a las cifras. En 1987, en Asturias había 32.000 explotaciones ganaderas de leche. Casi 25 años después, la cifra ha descendido hasta las 2.500. En todos estos años, además de demostrarse que el campo asturiano ha entrado en declive se ha constado otro fenómeno: las ayudas públicas, especialmente las que vienen de Europa, son claves para asegurar la supervivencia de la actividad.

Desde hace años los ganaderos demandan ayudas al Gobierno estatal y regional para frenar el éxodo e incentivar, con subvenciones, a los jóvenes que se optan por permanecer en el campo. El año pasado, las últimas cifras hablaban de que, en una década, cerraron 19.000 granjas. Y es que desde hace 17 años, la falta de sustitutos para quienes se jubilan o dejan el campo hace desaparecer al 10% de las ganaderías. Y, eso, alertan los sindicatos, es muy difícil de recuperar.
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