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Dacian Cioloș Comisario Europeo de Agricultura y Desarrollo Rural Conferencia Agricultura local y circuitos de comercialización cortos Bruselas, 20 de abril de 2012

Bruselas, 20 de abril de 2012
Señoras y señores
Les agradezco a todos su presencia en este acto.
He deseado organizar este encuentro ya que cuando se habla de los circuitos cortos el potencial es obviamente considerable. Sin embargo, por un lado, debemos hacer frente a contradicciones, y, por otro, a prejuicios.
Aunque la demanda existe, la misma no está suficientemente estructurada, ni suficientemente identificada, ni es lo bastante accesible. Faltan estudios a este respecto, y este es un tema al que volveremos en varias ocasiones durante los debates. En cualquier caso, todos los trabajos de los que disponemos subrayan las grandes expectativas de los consumidores en relación con los productos locales. Este aspecto ha sido puesto de relieve en las encuestas realizadas en el Reino Unido y Alemania en fecha tan reciente como el año pasado.
Por un lado, uno de cada dos consumidores lamenta las dificultades para encontrar productos locales y para distinguirlos de los otros productos; una encuesta del Eurobarómetro lo ha mostrado claramente.



Por otro lado, aún no se dispone de las estructuras necesarias y en determinados medios políticos o económicos se mantienen fuertes prejuicios acerca de este modo de comercialización.

Por una parte, los circuitos de comercialización cortos han sido ignorados durante demasiado tiempo. Por otra parte, los datos disponibles muestran que, a pesar de la ausencia de reconocimiento y de apoyo, el 15% de las explotaciones de la UE ya comercializan más de la mitad de su producción a nivel local.

Puedo decirles que desde que asumí mis funciones de Comisario he oído con frecuencia: «¿Por qué hablas de circuitos de comercialización cortos? Estás haciendo la promoción de las pequeñas explotaciones, que son poco competitivas y fabrican productos para los consumidores más ricos».

Estoy seguro de que la conferencia permitirá demostrar lo contrario, hacer desaparecer estos prejuicios, crear un nuevo enfoque de los circuitos de comercialización cortos y encontrar soluciones eficaces para poner fin a las contradicciones que acabo de señalar.

En cualquier caso, eso es lo que espero, ya que estoy convencido de que los servicios de suministro de alimentos a nivel local tienen un potencial considerable.

Estos circuitos corresponden a una visión moderna de nuestra relación con la alimentación y a una visión de la competitividad económica de nuestra agricultura y de su eficacia social y medioambiental.

Además de permitir evitar el transporte a larga distancia, favorecen el desarrollo económico de los territorios, dando a los consumidores la posibilidad de ser actores del desarrollo económico local.

Las cifras de empleo son claras. He recibido un estudio sobre 26 explotaciones que participan en la venta directa alrededor de París (Francia). En total, estas 26 explotaciones generan por sí solas 170 empleos permanentes y 200 empleos estacionales, esto es, muchos más que las explotaciones agrícolas clásicas.

Deseo subrayar que los circuitos de comercialización locales interesan a todos los bolsillos y a todos los Estados miembros. No están reservados a una elite ni tampoco a los grupos más pobres, como oigo a menudo decir.

Un estudio realizado en Italia ha demostrado que en 2008 más de uno de cada dos italianos utilizó un circuito de comercialización corto. Ya he citado el Reino Unido, donde el primer mercado agrícola se creó en 1997. Actualmente se organizan más de 7 500 cada año. También podría citar a Eslovaquia, Rumanía o Grecia, país este que ostenta sin duda el récord en materia de circuitos cortos. Estos circuitos han sido aún más reforzados por la crisis, lo que redunda en beneficio de los agricultores y de los consumidores. Las dificultades económicas han suscitado la creación de un circuito de venta directa de las patatas a precios atractivos (60% más baratas que en los circuitos clásicos). La experiencia se va a extender a otros productos.

Todo esto constituye una riqueza que hay que preservar y un potencial aún no explotado plenamente. Sin embargo, quiero aclarar un punto: no se trata de crear nuevas barreras o enfrentar a los grandes contra los pequeños, o a los circuitos de comercialización cortos contra los circuitos largos.

Por supuesto, debido a su capacidad de reacción y al tipo de productos que proponen, las pequeñas explotaciones son con frecuencia las más dinámicas y las más creativas en lo que se refiere a los circuitos cortos. Las explotaciones de mayor tamaño también pueden encontrar una salida comercial a sus productos en estos circuitos. Sea lo que fuere, necesitamos todas las agriculturas.

Para ser verdaderamente competitiva y sostenible, la economía europea debe valorizar todos sus modelos agrícolas, sin prejuicios. Cada explotación deberá poder definir su propia estrategia de desarrollo. El papel de una gran política pública como la PAC es apoyar estas opciones elegidas, sin excluir ninguna de ellas.

No se puede por menos de constatar que los circuitos cortos constituyen una parte de la diversidad agrícola que no se ha tomado en cuenta suficientemente. Son un elemento importante en nuestra estrategia global que tiende a devolver valor añadido a los agricultores incitándolos a no jugárselo todo a la misma carta (la de los pocos grupos que acaparan la gran distribución de alimentos).

Cada vez que encuentro a un agricultor que practica la venta directa o utiliza circuitos cortos, con frecuencia oigo lo mismo: aunque esta actividad quizás representa una pequeña parte de su volumen de negocios, dicha parte contribuye de forma decisiva a la rentabilidad de su explotación, y con frecuencia a su viabilidad.

Sin embargo soy consciente de que desarrollar este potencial no será tarea fácil.

En primer lugar, los circuitos cortos constituyen un reto para los agricultores, que deben aprender o volver a aprender un oficio, el de comerciante. Un determinado tipo de política agrícola, que se ocupaba completamente de los mercados, les ha hecho olvidar esa dimensión del oficio de agricultor.

Esto significa competencias nuevas y también inversiones, ya que, para numerosos productos, la venta local o los circuitos cortos implican la necesidad de disponer de edificios específicos y de realizar esfuerzos para garantizar la transformación de los productos en la explotación.

Para estimular más a los agricultores a dar el paso, es necesario enviar una señal clara sobre nuestra voluntad, como poderes públicos, de apoyar los circuitos locales. En este sentido, una revisión de los modos de suministro de alimentos también constituye un reto para Europa, para los Estados miembros, para las regiones y para las entidades locales.

En el marco de la reforma de la PAC se han propuesto algunas medidas. La conferencia permitirá ponerlas de relieve, lograr la adhesión de cada uno a las mismas y explorar otras medidas.
Debemos responder a numerosas cuestiones:
  1. ¿Cómo identificar los circuitos de distribución locales con el fin de garantizar su credibilidad y garantizar una mejor visibilidad de los mismos?
  2. ¿Cómo garantizar una higiene y una seguridad sanitaria irreprochables sin desanimar a la creación de pequeñas estructuras? Dado que estas no tienen la misma capacidad de inversión que las grandes estructuras, ¿son suficientes las exenciones actuales y la concienciación y la formación de los agricultores? Trabajamos en ello y estamos dispuestos a colaborar estrechamente con el Comisario Dalli, al que agradezco su compromiso a mi lado en este tema.
  3. ¿Cómo restablecer la relación entre las grandes zonas urbanas de consumo y las zonas de producción situadas alrededor de las mismas? Debemos permitir a la política agrícola franquear las puertas de las ciudades y apoyar las iniciativas de mercados urbanos. Este es uno de los elementos de la renovación de nuestra política de desarrollo rural para el periodo posterior a 2013.
  4. ¿Como animar a los agricultores a invertir? Para después de 2013, los Estados miembros dispondrán de toda una serie de instrumentos de apoyo para reforzar el espíritu empresarial en las zonas rurales. Los representantes de la Comisión dirán algo más al respecto posteriormente. Este es un elemento esencial de nuestra voluntad de establecer una política agrícola para todos, para todas las explotaciones.
Soy consciente de que el desarrollo de estos modos de comercialización no siempre es fácil. Tanto los agricultores como los poderes públicos habrán de dejar atrás el obstáculo que representan los esquemas habituales.
No obstante, estoy convencido de que, al margen de estas dificultades, la venta a nivel local de una parte más importante de la producción agrícola aportará respuestas concretas a numerosos retos que tiene planteados nuestra sociedad:
  1. Respuestas a los consumidores, que están vinculados a la calidad, a la riqueza de la oferta agrícola y a sus tradiciones.
  2. Respuestas al objetivo de fomentar la vitalidad económica del sector agrícola. Aunque no pasarán a ser mayoritarios, ni mucho menos, los circuitos de comercialización cortos, aportarán un complemento de valor añadido indispensable.
  3. Respuestas a los problemas de despilfarro: despilfarro energético por el transporte inútil de mercancías y despilfarro de los productos alimenticios perdidos en diferentes etapas de la cadena logística.
Debemos reforzar nuestra comprensión de este modo de comercialización. Debemos redescubrir sus ventajas. Una vez realizado este trabajo de análisis y reflexión, será sin duda necesario interpretar mejor esta nueva realidad de los sistemas de suministro de alimentos, para conferirles su legitimidad inherente y permitirles un mayor despliegue en buenas condiciones.
Les agradezco su participación y las aportaciones que podrán hacer a los debates de esta conferencia.
FEDERAPES